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SIETE CASAS VACÍAS Y UN TALLER

8 Jun

siete casas vacias

 

SIETE CASAS VACÍAS Y UN TALLER

«Siete casas vacías»

Samanta Schweblin

Editorial Páginas de Espuma

Con motivo de un taller sobre  relatos organizado por la librería Casa Tomada me he leído, en una tarde, el último libro de cuentos de Samanta Scheweblin, a la que debo admitir no conocía, pero a la que las promotoras del taller avalaban con entusiasmo.

Como era de esperar las historias no me defraudaron, y el taller que la autora impartió en persona, y que duró apenas dos horas, menos. Nos dejó a todos los asistentes con decenas de preguntas flotando, sobre sus personajes: ¿por qué siempre se mojan?, ¿por qué siempre están empaquetando en cajas?…; y sobre su técnica narrativa, que de una manera muy sintética y a la vez comprensible, Samanta nos transmitió.

Los relatos hablan de padres e hijos, de matrimonios, de casas familiares… en apariencia lugares comunes trillados una y otra vez por la narrativa, pero solo en apariencia porque la autora es capaz de enfocar lo que no funciona, y mostrarlo con absoluta crudeza, sin contemplaciones; es más, cuenta desde el principio con la complicidad del lector para completar lo que ella, en una situación que a veces se nos antoja posible pero irreal, solo ha sugerido. Y así te ves, arrastrado por tu propia perversidad, a imaginar la violación de una niña por un hombre extraño en “Un hombre sin suerte”; o el adulterio, con escena de sexo incluida en un coche, en “Salir”. Pero nada de esto ocurre en los relatos. ¿O sí? Porque luego Samanta nos comentaría: “Las preguntas están escritas en la mente del lector, no en el texto”.

En sus cuentos las situaciones, casualidades y anécdotas cotidianas están enturbiadas por un halo siniestro, aunque ocurran en tu casa o en la del vecino, a tu madre senil  o a tu suegra deprimida…  que soportan matrimonios rotos e hijos muertos, pero que tratan de seguir adelante porque puede que exista la posibilidad mágica de que todo cambie, y porque toca vivir a pesar de todo.

Durante el taller Samanta nos explicó que un relato, no bueno sino perfecto, debe tener tres partes:

Promesa: es la unidad mínima de tensión. Ella lo explicaba como tirar flechas hacia delante para obligar al lector a canalizar su energía, a hacerse preguntas, esas que no están necesariamente escritas.

Revelación: es el momento en que el universo del cuento cambia radicalmente. La revelación anula todo lo que sabíamos y la lectura ya no es la misma.

Anécdota: es la conexión afectiva que justifica el cuento.

Sintéticamente:   este es el mundo; ya no lo es; ¿qué siento ahora?

Y nos animaba a ejercitar este juego imaginativo cada vez que nos fuera posible como parte del oficio de escritor. Debe ser un buen método porque a ella le avala el Premio Internacional Narrativa Breve Ribera del Duero. ¡Gracias por compartirlo, Samanta!

Taller de relatos de Samanta